Inmersas en un enfrentamiento cada vez más irreconciliable, mercado y democracia son en realidad hermanas porque ambas son hijas de la plaza. Las ciudades postindustriales se han entregado a la reforma masiva de los espacios públicos para atraer a inversores, turistas y grandes eventos, pero esta apuesta genera graves tensiones. Ante la extinción del vecindario de barrio y el pequeño comercio de proximidad, hay que preservar la condición de ágora del espacio público: restablecer su capacidad de redistribuir el acceso a la cultura, el ocio, la interacción social y el intercambio económico, así como potenciar el debate, la toma de decisiones y la coproducción de políticas sobre el espacio público.

Ponentes pendientes de confirmar.